Este artículo complementa los videos sobre la parálisis del análisis y la paradoja de la elección que publiqué en mi perfil. La idea aquí es explayarnos un poco más en que nos encanta poder elegir y tomar control de las situaciones, pero que finalmente la cantidad de opciones disponibles podría causar el efecto contrario al deseado.
Pero, vamos por parte, y comencemos explicando qué podríamos definir como "libertad".
La libertad podemos definirla como el poder tener la posibilidad de decidir (Catania, 1975).
Esto, mediante diferentes estudios en ratas, monos y humano (Voss & Homzie, 1970), nos ayuda a comprender de que tendemos a preferir tomar decisiones y sentirnos plenos por nuestra capacidad de elegir.
De hecho, creo ver mucho esto en mi práctica clínica como psicólogo. El desarrollo de los ataques de pánico, o trastornos de ansiedad, tienen como núcleo la sensación de pérdida de control de las situaciones o la vida. La sensación de que no manejamos nuestra vida o ni siquiera nuestro cuerpo, termina por generar la ansiedad.
El poder sentir que podemos tomar decisiones, termina siendo en nuestra mente la idea de "seguridad".
Y ¿quién no quiere seguridad?
Amamos la seguridad, y elegir es una forma que nosotros tenemos de tener el control sobre nuestra vida. Decidir qué queremos vestir, qué queremos comer, con quién queremos emparejarnos o qué trabajo queremos tener, son aspectos esenciales no sólo de nuestra seguridad sino también de nuestra identidad (cosa que es igualmente bien estable, como digo, nos encanta la estabilidad).
Esto nos lleva a desear el control y el control nos lleva a sentir que para estar plenos, debemos tener el poder de elegir, y mientras mejor la decisión, más seguridad hay en nuestra vida. Y entre más opciones, más "seguros" nos sentimos, pero...
La verdad es que cuando hacemos una investigación exhausta entre varias opciones, existe la creencias de que la decisión que tomemos será una decisión bien informada y "mejor", entregándonos la seguridad que deseamos.
Pero, ¿qué ocurre cuando las opciones son demasiadas?
Un mundo de opciones
Hoy en día, si deseas buscar algo, de seguro habrán 10 o más variantes de las cuales elegir. Nunca habíamos tenido tantas opciones antes. Esta sobrecarga de información y de opciones a tomar, nos lleva a tener que gastar más energía en analizar el "coste de búsqueda".
Entonces, como Barry Schwartz explica en su libro "The Choice Paradox", tendemos a ser "maximisadores" y cuando somos maximisadores, tendemos a querer siempre lo mejor, y nunca estamos contentos, porque el costo de conseguir lo que deseamos requiere de mucho esfuerzo, estrés y tiempo para decidir (Schwartz, 2004).
Como hoy en día existen tantas opciones, el coste de oportunidad termina siendo muy algo generando ansiedad que en mi opinión, no debería ser necesaria para cada decisión que tengamos que hacer durante el día.
En este artículo resumiré unos puntos claves en los que Barry Schwartz describe formas de evitar caer en esta vorágine de opciones y decisiones.
Así que comencemos.
1. Ser selectivo, no conformista.
Partamos con que ser conformista, conlleva tomar decisiones sin meditar previamente sobre lo que hace importante una decisión. Ser selectivo, es justamente lo contrario. Es poder revisar que vale o no la pena tu tiempo y esfuerzo, requiere saber qué es importante y qué no hay que entregarle ese nivel de atención y preocupación.
Si no hacemos este filtro, cualquier cosa es importante y de impacto para nuestras vidas (algo que a la larga podemos observar en cuadros como el Trastorno de Ansiedad Generalizado, sobre todo cuando las personas son incapaces de poder tomar una decisión por su propia cuenta).
Un ejemplo obvio, es saber diferenciar en lo diferente que resulta poder escoger entre una casa y un jogurt. Son dos cosas distintas, pero con ambas hay que colocar una energía distinta y un tiempo distinto. Y es importante comprender que no se le debería colocar la misma energía a todo.
2. Sé mejor un "satisfactor" que un "maximizador"
Como decía, al ser una persona maximisadora, vamos a tender a querer siempre lo mejor y nunca estaremos contentos porque gastamos todo ese estrés, esfuerzo y tiempo en poder conseguir esto que creemos mejor.
En cambio, ser un satisfactor significa poder saber que aún existiendo lo mejor, eliges algo que es bueno para lo que necesitas y estás contento con ello.
El truco aquí es poder aprender a rendirse y a apreciar el hecho de que eres un satisfactor. Esto no es resignarse, porque en su lugar, lo aprecias.
3. Trata de pensar menos en el coste de oportunidad
El coste de oportunidad, son las decisiones que no tomamos, sólo por tomar otra en concreto. Pensar mucho en ello puede angustiarnos, y olvidarnos completamente del coste de oportunidad, puede llevarnos a sobrevalorar mucho lo que tenemos (cosa que tampoco es muy bueno).
Por esto, intenta hacer lo siguiente:
A menos de que estemos insatisfechos, deberíamos seguir comprando lo que siempre compramos normalmente.
Intentar no tentarnos por algo "nuevo o mejor".
"No se rasque a menos que de verdad pique".
No pensar en que estamos perdiendo las cosas nuevas que le mundo está ofreciendo.
4. Tomar decisiones irreversibles
Amamos comprar en lugares que nos ofrecen devolución. Pero no nos damos cuenta que por tener la opción de cambiar de opinión, aumentan las posibilidades de que efectivamente cambiemos de opinión.
O sea, por saber que podemos cambiarlo, es más probable que estemos menos satisfechos con lo que compramos.
Lo contrario pasa cuando sabemos que algo de definitivo. Nos adaptamos y mejoramos la opinión de la opción elegida.
Al saber que algo es irreversible, vamos a enfocar nuestras energías en poder mejorar la opinión que tenemos con las decisiones que elegimos, en vez de estar constantemente cuestionándolas.
Es por esto, que deberíamos comenzar a tomar decisiones que no tengan una reversibilidad, porque siempre terminaremos acostumbrándonos a ello.
5. Practica la gratitud.
¿Has practicado estar agradecido por lo que tienes?
Cuando a veces pensamos que nos fue mal, tendemos a pensar "me pudo haber ido mejor". Y cuando nos fue bien, pensamos "me pudo haber ido peor" (y tampoco disfrutamos de lo bueno).
Cambia el "pudo haber sido peor" por "las cosas son mejores de las que podrían ser!".
Entrenar la gratitud es igualmente importante, te recomiendo hacer lo siguiente:
Ten un cuaderno a mano.
Al despertar o al terminar el día, escribe una listad de 5 cosas que te hayan pasado durante el día y por las cuales estamos agradecidos.
Al principio puede ser difícil, pero con el tiempo se irá haciendo cada vez más fácil, créeme. Apreciaremos las cosas bonitas, o incluso los días grises, porque entrenaremos la habilidad de ver lo bueno detrás de lo neutro o lo malo.
6. Adaptación anticipada
La vida es dura, pero nos adaptamos.
Si la vida es dura, nos adaptamos a ello, y así podemos llegar a percibir que la vida es buena.
También hay que evitar al "satisfacción", y transformar una experiencia determinada en un "nuevo standard", puesto que cualquier cosa puede terminar sintiéndose como insuficiente.
Para evitar esta adaptación anticipada (o el acostumbrarse a los estímulos), intenta hacer lo siguiente:
Cuando compres algo, intenta recordar que la emoción no será la misma después de haberlo comprado.
Pasa menos tiempo buscando un producto (no maximices), porque así no tendremos costes de búsqueda muy altos.
El esfuerzo de buscar y aumentar el coste de búsqueda termina generando desilusión, puesto que gastamos tanto tiempo buscando, que al momento en que compramos el objeto y pierde esa primera emoción, la decilusión termina siendo mayor.
3. En vez de pensar que todo era mejor en un principio (por ejemplo, cuando recién has comprado algo), recuerda que todo sigue siendo bueno.
7. Restringir la comparación social
La comparación social afectará de manera importante nuestras experiencias (usualmente nos puede afectar de forma negativa). No es fácil "no hacerle caso a otras personas", es inevitable estar inmune a la comparación social, porque siempre estamos bombardeados constantemente por información que nos llega de las demás personas.
Compararnos menos nos ayudará a ser más felices , y saber que lo "bueno" es suficientemente bueno, nos ayudará a reducir el interés por lo que hacen los demás.
Como has visto hasta ahora, recomiendo hacer este tipo de pensamiento:
Pensar que "el que se muere con más cantidad de bienes es el ganador" no es lo más sensato.
Hay que pensar en lo que nos hace más felices, y a lo que da sentido a nuestras vidas.
Este segundo punto es importante, porque este es el razonamiento que nos puede permitir ponernos a nosotros en primer lugar, al momento en que decidimos lo que deseamos para nuestras vida.
8. Aprender a amar las restricciones.
Tener la libertad de elegir, se vuelve una tiranía si existen muchas opciones de las cuales elegir. Es por esto que privarte de opciones puede realmente liberarte.
Piensa que la sociedad nos pone reglas y formas en las que "debemos comportarnos". Por nuestro lado, nosotros tenemos la opción de poder generar hábitos tomando en cuenta estas reglas culturales.
La sociedad nos da reglas, como ponernos el cinturón de seguridad. No pensamos si deberíamos hacerlo o no. Simplemente lo hacemos. No lo cuestionamos y nos ahorramos el tener que hacer este tipo de decisiones cada vez que manejamos.
Estas son decisiones de segunda categoría, y si las tenemos claras, podemos crear hábitos de ellas. Con el tiempo dejarán de ser un problema, nos encontraremos con más tiempo, más energía, y mayor atención para las decisiones que relamente nos importan.
Un ejemplo personal: suelo tener un tipo de poleras (todas grises). Las compro todas juntas y de sólo una tienda. Me restringí porque notaba cómo tener que decidir qué vestir cada día me generaba "mini" angustias. Restringir esta decisión, me permite meter una mano en mi closet y poder sacar una polera que sé que me gusta y combina con el resto.
Conclusiones
Creo importante recordarnos que tener menos opciones importa, e importa para nuestra felicidad.
Restringirse, no es privarse. Restringirse significa limitar opciones (cosa que puede ayudarnos y aliviarnos), y privarnos es el extremo de no tomar en cuenta nuestras necesidades, para renunciar a lo que nos hace felices.
Referencias:
Catania, C., 1975. Freedom and knowledge: an experimental analysis of preference in pigeons. Journal of the Experimental Analysis of Behavior 24, 89–106.
Reed, D. D., Kaplan, B. A., & Brewer, A. T. (2012). Discounting the freedom to choose: Implications for the paradox of choice. Behavioural processes, 90(3), 424-427.
Schwartz, B. (2004). The paradox of choice: Why more is less. New York: Ecco.
Voss, S.C, Homzie, M.J., 1970. Choice as a value. Psychological Reports 26, 912–914.
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