Cuando estudiamos la ansiedad, sobre todo los cuadros ansiosos, salta a la mirada la idea de que detrás de gran parte de lo que nos produce una ansiedad patológica tiende a repetirse.
Esta ansiedad suele mostrarse como una sensación de pérdida de control.
Esto no es menor, porque se nos olvida muchas veces que la ansiedad del día a día, tiene alta relación con la idea de perder el control, y tenemos pensamientos como: "no alcanzaré a entregar este trabajo", "no sé qué quiero en mi vida".
En cuadros de ansiedad más graves, esto se agudiza. Luego de un ataque de pánico, las personas suelen describirlo como la sensación de no tener ni siquiera el control de qué pasa con tu cuerpo, y tienden a decir que el pensamiento más presente que tenían era el de "perder el control" o de que esta pérdida de control les ocacionaría la muerte inminente (tampoco control sobre ello, ni menos de los pensamientos).
Entender que sentir que no tenemos el control de una situaición es nuclear en el desarrollo y manejo de la ansiedad, nos ayuda a entender por dónde también puede ir la solución a este problema.
En casos graves (por ejemplo en un ataque de pánico), es importante devolver la sensación de control a la persona. ¿Cómo?, pues controlar la respiración ha sido siempre una excelente estrategia para comenzar tener control de algo tan básico. Esta primera sensación de control, permite a las personas encontrar cierta seguridad y tranquilidad, incluso en una situación tan estresante como lo es en un ataque de pánico.
Esto, en situaciones cotidianas, puede llegar a ser igualmente muy beneficioso.
El Mindfulness nos ayuda a poder entender que hay cosas que sí podemos cambiar y de las cuales tenemos control; y entender que existen cosas que no podemos controlar, y que eso es normal.
La ansiedad puede aparecer muchas veces a este deseo o creencia de tener control sobre cosas o situaciones en donde en realidad no existe casi nulo control de nuestro lado.
Esa fantasía del control, nos hace tambalear cuando nos enfrentamos a una realidad que no controlamos, nos deja inseguros y retraídos.
Aceptar que hay cosas que no podemos controlar, es una forma de responder, no de ser pasivos.
Aceptar que no tenemos el control, nos permite poder quitarnos de encima la presión de que las cosas sean de cierta forma y no de otra. Ya no nos esforzamos por que las cosas tengan que cumplir cierta expectativa.
Y eso nos relaja, nos entrega confianza.
Esto es porque podemos enfocarnos en lo importante (no en intentar forzar una situación), sino en ver cuál es la mejor forma de enfrentarse a estos cambios.
Lo único seguro en la vida, es que nada es seguro. Y entender esto, es entender que hay que estar abiertos a reaccionar y adecuarnos a los cambios.
La meditación que traigo aquí abajo es justamente sobre este tema. Espero que también puedas disfrutarla.
¡Nos vemos en la siguiente!
(Recuerda que si te agradan estas meditaciones, sólo sigue las Meditaciones Mindfulness que subo semana a semana a Spotify).
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