La clave para lograr las cosas que queremos, es cultivando la consistencia, es creando sistemas que permitan darnos fuerzas en los momentos en los que realmente no queremos hacer nada.
Esta "resistencia" a hacer las cosas que sabemos que nos hacen un bien, tiende a estar en conflicto con el deseo nuestro de ser mejores personas. Por un lado deseamos estar mejor y avanzar, pero por el otro, existen resistencias que dificultarán el poder comenzar y mantener un hábito.
Habrá días en los que incluso los medallistas olímpicos desearán no entrenar. A todos nos pasa. Pero la diferencia entre los que han dominado el arte de la consistencia y nosotros, recae en que ellos saben que entrenar no es agradable y que no tienen opción. Tienen un hábito o hábitos que les permite poder salir de su casa, de su cama y hacer lo que tienen que hacer. Entrenar.
En estos casos en donde mantener una conducta a largo plazo nos puede permitir ver avances, tenemos que tener en cuenta de que la motivación dentro nuestro no será suficiente para poder enfrentar los días más grises en este camino a la consistencia.
Para ello, es necesario manipular nuestro ambiente, cambiar nuestro entorno, porque sin que nosotros lo sepamos, nos condice más de lo que suponemos.
La importancia del ambiente
Si bien, los hábitos tienen estructuras (cosa que iré desmenuzando con el tiempo), una de las primeras ideas prácticas que son importante poder resaltar, es la idea de que para iniciar una conducta y poder hacerla un hábito a futuro, necesita (sobre todo al principio) es tener un gatillante OBVIO.
¿Obvio?
Si, OBVIO (con todas las letras capitalizadas).
Hacer un gatillante más obvio, nos permite motivar el comienzo de la tarea.
Esto puede ser para buenos o malos hábitos. Un ejemplo negativo puede ser el siguiente. La gente con problemas para controlar la ingesta de comida chatarra, suelen comentarme lo difícil que es poder dejar de comer papas fritas, o ciertas golosinas que rondan la casa.
Cuando vemos el problema a fondo, es que esos alimentos están a la vista de todos en la casa. Y no verlos (incluso si lo desean) se muestra imposible, porque nuestra mirada procesa estímulos incluso de forma inconsciente.
De hecho, en este estudio (Painter, et al., 2002) se descubrió que en una oficina, la gente aumenta su consumo de "snack" en un 48% si estos alimentos se encuentran sobre el escritorio. Luego, observaron que si escondían los alimentos en un cajón en el mismo escritorio, las personas terminaban comiendo un 25% menos. Por lo tanto la conveniencia y la visibilidad es clave para poder generar un hábito.
Nuestra mirada observa y procesa. Sabiendo esto, podemos conscientemente y estratégicamente reorganizar nuestro ambiente para poder así "engañar" a nuestra conciencia y gatillar pensamientos que queramos tener.
Si deseas poder estudiar más seguido, de seguro deberías tener todo tu material a la mano. O si quieres empezar a escribir un libro, y para eso tienes que escribir todos los días, podrías configurar que tu programa (como Word) se abra de forma programada en algún momento del día (aquí cómo abrir aplicaciones desde el calendario, en Mac y aquí en PC).
O por ejemplo, quieres poder organizar mejor tu tiempo, intenta hacerlo obvio y mantén tu horario siempre a la vista.
Sólo recuerda que nuestro ambiente va a llevarnos a tener los hábitos que más queremos, así como los hábitos que más lamentamos. Y que si observamos con más detenimiento a nuestro ambiente, podremos encontrar los gatillantes de nuestros malos hábitos.
Nuestra tarea es esconder los gatillantes que estimulen los hábitos que no deseamos, y destacar los que nos llevarán a cumplir los que queremos.
Te invito a observar a tu al rededor, y a preguntarte si todo lo que ves allí te permite lograr las cosas que tu deseas.
Referencias:
Painter, J. E., Wansink, B., & Hieggelke, J. B. (2002). How visibility and convenience influence candy consumption. Appetite, 38(3), 237-238.
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